MUSEO LA REVOLUCIÓN EN PERQUIN
Perquín (Morazán).- El “Museo de la Revolución” de Perquín, una galería que recrea la historia de la guerra civil salvadoreña situada a 198 kilómetros de San Salvador, en el nororiental departamento de Morazán, se ha convertido en el velo del olvido de antiguos enemigos políticos y militares.
Su director y uno de los fundadores, el nicaragüense Rolando Cáceres, “Mario”, para sus compañeros durante el conflicto armado salvadoreño, ha asegurado que la pinacoteca, que cuenta con cinco Salas donde se exhiben literatura, fotografías y pertrechos de guerra, “no tiene bandera política partidaria”.
“Aquí ha venido hasta Gloria Salguero Gross”, aseguró Cáceres, un antiguo combatiente sandinista, al recordar la visita que ha realizado al sitio una de las fundadoras de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), actual presidenta de la Comisión Nacional para el Desarrollo Local (CONADEL).
Cáceres, quien se incorporó a la guerrilla salvadoreña en 1980, dijo a Diario Co Latino, mientras permanecía sentado en una silla frente a una computadora en una pequeña pero lujosa oficina con piso de cerámica blanca, que al museo “pueden venir a narrar la historia tanto un militante de izquierda, como de la derecha”.
“Aquí no es para que solo uno cuente su historia, porque entonces la parcializamos”, afirmó el ex guerrillero oriundo de Chinandega, Nicaragua, ahora de 48 años.
Su director y uno de los fundadores, el nicaragüense Rolando Cáceres, “Mario”, para sus compañeros durante el conflicto armado salvadoreño, ha asegurado que la pinacoteca, que cuenta con cinco Salas donde se exhiben literatura, fotografías y pertrechos de guerra, “no tiene bandera política partidaria”.
“Aquí ha venido hasta Gloria Salguero Gross”, aseguró Cáceres, un antiguo combatiente sandinista, al recordar la visita que ha realizado al sitio una de las fundadoras de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), actual presidenta de la Comisión Nacional para el Desarrollo Local (CONADEL).
Cáceres, quien se incorporó a la guerrilla salvadoreña en 1980, dijo a Diario Co Latino, mientras permanecía sentado en una silla frente a una computadora en una pequeña pero lujosa oficina con piso de cerámica blanca, que al museo “pueden venir a narrar la historia tanto un militante de izquierda, como de la derecha”.
“Aquí no es para que solo uno cuente su historia, porque entonces la parcializamos”, afirmó el ex guerrillero oriundo de Chinandega, Nicaragua, ahora de 48 años.
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